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Leishmaniosis

La leishmaniosis es una enfermedad zoonósica parasitaria producida por protozoos del género Leishmania. Se trata de una enfermedad endémica en 98 países, entre los que se encuentran los de la Cuenca Mediterránea, América del Sur, Asia, África y Estados Unidos.

Su principal reservorio en España es el perro, aunque pueden actuar como reservorios otros animales como el gato, roedores, lagomorfos y aves. El agente implicado en el litoral mediterráneo y en concreto en España es Leishmania infantum .

La leishmaniosis se transmite por la picadura de un vector infectado por el parásito, aunque se conocen algunos casos de transmisión parenteral, congénita, sexual e interpersonal .

Hay tres formas clínicas de presentación de la enfermedad: leishmaniosis cutánea, mucocutánea y visceral. La visceral o kala-azar es endémica, entre otras regiones, en la cuenca mediterránea, y se trata de la forma más grave, presentando una mortalidad elevada si no se trata.

El vector de la leishmaniosis

El vector implicado en la transmisión de la leishmaniosis es un insecto díptero llamado flebotomo o mosca de la arena que tiene unos 1,5mm - 3,5mm de largo, es de color amarillento y está cubierto de pelo por todo el cuerpo, incluidas las alas. Es de vuelo silencioso.

Aunque se alimentan de sustancias azucaradas de plantas o del néctar de las flores para sobrevivir, sólo las hembras de estos mosquitos transmiten la enfermedad ya que son hematófagas, necesitando la sangre para producir sus huevos .

El ciclo de actividad de los flebotomos comienza al atardecer y continúa durante las primeras horas de la noche, y al amanecer. Durante el día no se ven, permaneciendo en grietas y hendiduras del terreno, como oquedades de los árboles, vertederos, alcantarillas, casas derruidas, etc. En el área mediterránea prefieren las noches cálidas (más de 16ºC), y al ser tan pequeños no pueden volar con vientos fuertes (más de 1 m/segundo). Sin embargo, pueden viajar a largas distancias (2 Km). La lluvia es otro factor que dificulta su vuelo. Se sienten extraordinariamente atraídos por la luz. La humedad es también un factor que influye en el aumento de la supervivencia del mosquito.

Su hábitat suelen ser áreas rurales o lugares con árboles en las ciudades, como jardines y parques. Mayoritariamente pican en el exterior, aunque pueden verse en el interior de las casas. Buscan el alimento gracias al olor corporal que les llega a través de las corrientes de aire.

La temporada de estos insectos comienza con el calor, normalmente en mayo, y finaliza en septiembre u octubre si se prolonga el verano . En invierno los flebotomos permanecen en estado de larvas cuaternarias. Aunque el aumento paulatino de las temperaturas por el cambio climático, conlleva una proliferación de mosquitos, pudiéndose encontrar activos durante todo el año en la cuenca mediterránea.

No hay transmisión vertical de la hembra de flebotomo a sus huevos, por lo que cada nuevo mosquito debe picar a un animal infectado para infectarse a su vez y convertirse en vector.

En España se definen más de una docena de especies de flebotomos entre las que sólo dos son eficaces transmisoras de la enfermedad (Phlebotomus perniciosus y P. ariasi).

Factores de riesgo en la leishmaniosis

Los factores de riesgo en la leishmaniosis están ligados al desarrollo, como las emigraciones masivas del campo a la ciudad, los proyectos agroindustriales y las modificaciones medioambientales producidas por el hombre (creación de pantanos, sistemas de riego y pozos).

La susceptibilidad a la enfermedad es general, siendo los niños y las personas inmunodeprimidas (tratamientos inmunosupresores, afecciones hematológicas cancerosas, enfermedades autoinmunes, seropositivos para el VIH) los que con mayor frecuencia desarrollan la enfermedad. Aunque cualquiera puede infectarse si vive en una zona endémica, es poco probable que una persona sana pueda desarrollar la enfermedad ya que nuestra respuesta defensiva es muy intensa y eficaz.

El área de distribución de la leishmaniosis no está condicionada por la simple presencia del vector, sino por su abundancia, ya que, por debajo de ciertos límites de densidad del vector, éste no es lo suficientemente frecuente como para mantener la estabilidad de la infección.

Prevención de la leishmaniosis

En la transmisión de la leishmaniosis están involucrados el hospedador humano, el parásito, el vector, y el animal reservorio. Los vectores competentes para transmitir el parásito se encuentran distribuidos por todo el territorio peninsular y las Islas Baleares, y por tanto el riesgo de transmisión de Leishmania puede presentarse en cualquier área, con las condiciones apropiadas.

Hay que reforzar la vigilancia de la enfermedad para detectar lo más temprano posible los nuevos casos. Es necesario disponer de una red de vigilancia entomológica para valorar la evolución de las tasas de infección en el vector, y de una red de vigilancia epidemiológica en todas las comunidades autónomas para identificar lo más rápidamente posible a los vectores y a los reservorios implicados en la transmisión en cada lugar, para poder responder con medidas apropiadas.

La mejor forma de prevención es evitar las picaduras del mosquito.

Futuro de la leishmaniosis

Actualmente en Europa se están produciendo cambios demográficos, medioambientales, climáticos y urbanísticos que están propiciando un cambio en la distribución de la enfermedad. Se espera que el calentamiento global y la degradación de la tierra afecten a la epidemiología de la leishmaniosis. Primero, los cambios de temperatura, precipitaciones y humedad pueden tener grandes efectos en la ecología de los vectores y los huéspedes reservorios, alterando su distribución e influyendo en su supervivencia y en el tamaño de sus poblaciones. Segundo, pequeños cambios de temperatura pueden tener profundos efectos en el ciclo de desarrollo de los promastigotes de Leishmania en los flebótomos, posibilitando la transmisión del parásito en zonas en las que la enfermedad no era endémica. La expansión de casos de leishmaniosis hacia el Norte de Italia, Norte de España y Francia central ejemplifican esta situación. Además, la movilidad de personas y animales posibilita que en Holanda, Alemania, Hungría y Francia Central haya multitud de casos de leishmaniosis importados por adopción de perros o por viajes a zonas endémicas.

Asimismo, la expansión de especies exóticas de Leishmania es ya una realidad con casos descritos recientemente de L. donovani, L. tropica y L. major en perros en la zona este de la cuenca Mediterránea.

Esta nueva situación epidemiológica requiere estudios y la actualización de las técnicas diagnósticas, ya que si éstas estaban centradas en la detección de L. infantum podría estar subestimándose el papel de las especies exóticas en nuestro escenario.

En estudios en laboratorio se ha observado que muchas especies de flebótomos son capaces de albergar el desarrollo de diferentes especies de Leishmania (a excepción de dos vectores específicos: P. patatasi con L. major y de P. sergenti con L. tropica). Este comportamiento permisivo permitiría la circulación de especies exóticas. A su vez, las especies de Leishmania podrían adaptarse a otros vectores, como es el caso de L. infantum adaptada a Lutzomyia longipalpis en América Latina.

Es evidente que la epidemiología de la leishmaniosis está cambiando en Europa y se sospecha que habrá un aumento de casos en humanos y animales. Las autoridades sanitarias europeas deberán implementar medidas de control. Al mismo tiempo, los médicos y veterinarios han de concienciarse del problema y saber reconocer los síntomas de la enfermedad, sobre todo en zonas donde ésta no es frecuente. En España, la información recogida por la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE) es fundamental para identificar prioridades y configurar la percepción del riesgo que se forman los profesionales y las autoridades sanitarias. Por todo ello, es necesario reforzar la vigilancia de la leishmaniosis para detectar lo más temprano posible los nuevos casos leishmaniosis y garantizar que se recoge la información necesaria para realizar una gestión del riesgo adecuada.

Han sido muchos los equipos de profesionales de la salud y de la administración que han dedicado sus esfuerzos a poner fin a la escalada de casos en humanos y en avanzar en el conocimiento del vector, los reservorios, el propio parásito y la relación entre ellos. Como factores de riesgo asociados al brote se han identificado los siguientes: presencia de perros en el domicilio o vecindario, antecedente de viajes (destinos nacionales principalmente), presencia de escombreras o vertederos y explotaciones ganaderas, y cúmulos de mosquitos en el 25% (encuesta epidemiológica en el formulario de EDO).


Referencias