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Leishmaniosis en otros animales

Aunque el perro es el principal reservorio, otros animales como las liebres y conejos, cabras, roedores, gatos, incluso aves, pueden ser reservorios eficaces, pudiendo estar por tanto implicados en la transmisión de la leishmaniosis. Es importante un control en estas poblaciones animales para impedir su papel como reservorios activos.

Estos animales no contagian directamente la enfermedad, siempre es a través del flebotomo vector, por ello es importante protegerse de las picaduras evitando transitar a partir del anochecer y en las primeras horas de la noche, y al amanecer, o utilizando ropa de protección adecuada y repelentes de uso personal

Leishmaniosis en gatos

La infección en gatos por Leishmania no es rara y se ha descrito en prácticamente todas las áreas en que la leishmaniosis canina es endémica, aunque se consideran un reservorio secundario. Sin embargo, parece que sólo una parte muy pequeña de estos animales desarrolla la enfermedad, probablemente porque el sistema inmune del gato es capaz de controlar la infección por este parásito, bien eliminándolo o manteniéndolo en un estado crónico subclínico. Más del 70% de los casos publicados se dieron en animales con inmunidad comprometida (infecciones virales, tratamientos inmunosupresores, neoplasias). Las infecciones retrovirales como la leucemia felina (FeLV) y la inmunodeficiencia felina (FIV) inmunodeprimen al individuo, haciéndole más vulnerable a otras enfermedades como la leishmaniosis. Cuando existe una infección por FIV o FeLV en el gato y éste entra en contacto con Leishmania, la respuesta inmune frente al parásito se reduce, dando lugar a falsos negativos cuando se utilizan técnicas serológicas.

En Madrid, las prevalencias varían de 3,2% a 9,3% en gatos recogidos en las inmediaciones del brote de la Comunidad de Madrid (CM).

Síntomas de la leishmaniosis en gatos


El agente causante de la enfermedad es L. infantum. En cuanto al cuadro clínico, los síntomas cutáneos son los que predominan en un 65% de los casos, similares a los presentes en la leishmaniosis canina. Entre los más frecuentes están los nódulos y las úlceras, principalmente en la cabeza y cuello; nódulos dérmicos-subcutáneos, de varios mm a varios cm de diámetro, no dolorosos, situados en la cabeza (orejas, párpados), en las manos y pies (cojinetes) o en cualquier parte del cuerpo. En otros gatos se presentan lesiones ulcerativas-costrosas, aunque se han descrito nódulos hemorrágicos que nunca se han dado en el perro. Los síntomas sistémicos son inespecíficos y entre ellos podemos encontrar linfadenomegalia, esplenomegalia, anorexia, adelgazamiento, etc.

Diagnóstico de la leishmaniosis en gatos


  • Examen citológico de muestras procedentes de las lesiones cutáneas, de las mucosas y de los linfonódulos aumentados de tamaño.
  • Frotis de sangre y de médula ósea.
  • Biopsia cutánea para tinción convencional (H&E) e inmunohistoquímica.
  • Cuantificación de los anticuerpos antileishmania con técnicas serológicas puestas a punto en el gato. En el caso de alta sospecha y títulos de anticuerpos bajos o incluso seronegativo se aconseja realizar técnicas moleculares para descartar la enfermedad.

La serología como una prueba de confirmación de la infección podría subestimar el diagnóstico de leishmaniasis en gatos. Además, es altamente probable que exista una enfermedad subyacente o concurrente por lo que se deberán realizar pruebas básicas de laboratorio, incluyendo hemograma, bioquímica, urianálisis y proteinograma del suero.

Tratamiento y prevención de la leishmaniosis en gatos


Al igual que en el perro, el tratamiento consiste en combatir contra el parásito y los síntomas, aunque lo principal es la prevención, y cuidar especialmente las defensas de un gato con leishmaniosis. Hay que mantener su sistema inmunológico lo más activo posible para evitar recaídas. Para conseguirlo, es clave lograr que no enferme de otras patologías, como en el caso de un resfriado o gastroenteritis, que pueden dejar bajo mínimos las defensas del gato y la puerta abierta a una reaparición de los signos clínicos de la leishmaniosis.

Los métodos preventivos contra la picadura del insecto flebotomo son claves para evitar la leishmaniosis, sobre todo en el caso de gatos que viven en zonas de alto riesgo, como la cuenca mediterránea. Pipeta, collar y aerosoles son formatos en los que se comercializan métodos para proteger a los felinos de este insecto. No obstante, la elección del producto debe estar supervisada por el veterinario, con el fin de garantizar tanto la eficacia del antiparasitario como la salud del animal.

Respecto a la vacuna, la versión felina de este método preventivo aún no existe y, de momento, solo se puede aplicar en los perros.

Leishmaniosis en lepóridos (liebres y conejos)

A pesar de que se ha descrito que otros animales, además del perro, pueden estar infectados con Leishmania su relevancia epidemiológica es generalmente muy limitada. Sin embargo, en los últimos años se ha demostrado que en determinadas circunstancias los reservorios secundarios pueden tener un papel destacado en el origen de brotes de leishmaniosis en humanos. Este ha sido el caso del brote de la Comunidad de Madrid en el que se ha descrito un nuevo ciclo de transmisión selvático en el que en los lepóridos han actuado como los principales reservorios y origen de la enfermedad en humanos, incluyendo para su demostración estudios de xenodiagnóstico, serología y caracterización molecular.

Brote de leishmaniosis en el suroeste de la Comunidad de Madrid

En el año 2009 saltaron las alarmas al registrarse un aumento de casos declarados en la zona suroeste de la CM, englobando cuatro municipios próximos entre sí (Fuenlabrada, Leganés, Getafe y Humanes de Madrid), con el que se iniciaba el mayor brote de leishmaniosis declarado en Europa. Éste continúa activo, habiendo afectado, desde julio de 2009 hasta la fecha, a más de 690 personas (38% afectados por leishmaniosis visceral y 62% por cutánea).(Arce et al.,).

Se comprobó que el aumento de casos humanos no se correlacionaba con un aumento de leishmaniosis canina y este hecho hizo pensar que podría deberse a la aparición de nuevos reservorios: la liebre y el conejo. En cuanto a estos nuevos reservorios, ya se conoce que tanto la liebre como el conejo son capaces de transmitir Leishmania al flebótomo, como demuestran los estudios de xenodiagnóstico realizados en ambas especies. La mayor densidad de liebres en la zona del brote  (propiciado por cambios urbanísticos en años previos y ausencia de predadores naturales) y la seroprevalencia encontrada en ellas (74,1% positivas y de estas, el 31,8% con títulos superiores a 1/400 según Moreno et al., 2013 sugieren que la liebre fue el reservorio más importante en el brote de la CM. El conejo, también implicado, contribuiría en menor medida a mantener la infección. En ambas especies, además, se ha detectado la presencia de ADN de Leishmania en muestras de bazo y piel mediante  técnicas de PCR específicas. Por otra parte diferentes estudios han demostrado la presencia de Lesihmania en conejos y liebres fuera de esta área del brote tanto en la Comunidad de Madrid como en otras zonas de España, lo que sugiere que en determinadas circunstancias epidemiológicas podrían dar lugar a nuevos brotes (García et al., 2014; Ruiz-Fons et al., ).

La especie causante del brote fue L. infantum, en concreto el genotipo ITS-LOMBARDI. Llamó la atención que el 70% de los casos humanos correspondía a personas inmunocompetentes, entre los 40 y 60 años de edad, lo que hizo sospechar que nos encontrábamos frente a una cepa más virulenta de L. infantum. El análisis de la virulencia ex vivo de dos aislados (BOS1FL1 y POL2FL7) procedentes de la zona del brote demostró que ésta era significativamente mayor que la virulencia característica de la cepa comúnmente aislada en la CM desde 1992.

Respecto al vector, la especie mayoritaria en el área del brote y de la única de la que se ha aislado Leishmania es P. perniciosus, aunque también se ha constatado la presencia de Sergentomyia diminuta y P. ariasi. La densidad de P. perniciosus aumentó considerablemente durante el brote, alcanzando los 143 flebotomos/m2 en el año 2012 cuando antes la media era de 30 flebótomos/m2. La prevalencia de L. infantum en P. perniciosus recogidos en el área del brote fue de 58,5% según Jimenez et al., 2013, lo que pone de manifiesto la alta tasa de transmisión de Leishmania existente entonces. El vector también mostró preferencias a la hora de alimentarse. Cuando se extrajo sangre del interior de los flebótomos, el 60% provenía de liebres, el 30% de humanos y el 10% de gatos.

En liebres y conejos la leishmaniosis cursa de manera asintomática sin dar lugar a lesiones, al igual que ocurre en la mayoría de los reservorios silvestres.

Han sido muchos los equipos de profesionales de la salud y de la administración que han dedicado sus esfuerzos a poner fin a la escalada de casos en humanos y en avanzar en el conocimiento del vector, los reservorios, el propio parásito y la relación entre ellos. Con los datos actualizados a Octubre de 2016 se puede apreciar una tendencia descendente del número de casos desde el 2012 a la actualidad.

Además de los avances científicos mencionados anteriormente, se han realizado una serie de actuaciones para controlar el avance de la infección. Se puso en marcha un plan de control tanto del reservorio como del vector, aparte de medidas medioambientales, gestionadas desde la Administración en colaboración con los Ayuntamientos y con el apoyo de distintos centros (Instituto de Salud Carlos III, VISAVET, Facultad de Veterinaria y Facultad de Ciencias Biológicas, entre otros).

Las actuaciones llevadas a cabo fueron:

  • Sobre el reservorio: control de las poblaciones de liebres y conejos en la zona afectada, además de cerrarse los vivares donde se resguardan los conejos. Se intensificó la vigilancia de los animales mediante técnicas serológicas (IFI) y moleculares (PCR), para detectar la circulación de Leishmania en estas poblaciones animales. Además de potenciarse diferentes líneas de investigación.
  • Sobre el vector: se puso en marcha un programa de desinsectación en puntos de riesgo (vertederos, alcantarillas, etc.) y de vigilancia mediante la colección de especímenes a través de trampas adhesivas y de luz para flebótomos; también se ha ido investigando la infección de las hembras de flebótomo por Leishmania y de estudio de alimentación para conocer el tipo de reservorio del que toman la sangre.
  • Control medioambiental: se han aplicado medidas de saneamiento en puntos de riesgo (desbroce, limpieza red de alcantarillado, limpieza de basuras y escombros, eliminación de lodos, etc.). También se intensificó la recogida de animales abandonados.
  • Comunicación y educación: además del refuerzo de la vigilancia, se potenció la comunicación de la situación a los profesionales del sistema sanitario y se mandaron recomendaciones a particulares. Se han elaborado distintos documentos técnicos, carteles, folletos informativos, información online, etc. y se han llevado a cabo sesiones científicas.

Referencias